Sobrevivir: el reto diario de las jardineras del centro de Bogotá

38 jardineras de la Carrera Séptima, ubicadas entre la Avenida Jiménez y la Plaza de Bolívar, subsisten en medio de colillas, basura e incluso aceite usado de cocina.

Cerca del 30% de las 2.400 plantas que fueron plantadas en marzo de este año, no sobrevivió a las actividades humanas.

El Jardín Botánico y la Alcaldía Local de La Candelaria sensibilizan a los comerciantes y transeúntes de la zona. Nueva crónica #BogotáReverdece.

 

Cuando los rayos del sol ponen fin a la penumbra de la madrugada, las calles y recovecos del centro histórico de Bogotá se iluminan y dejan ver los estragos del día anterior, una mañana, tarde y noche donde la algarabía del comercio y el alto flujo de transeúntes marcaron la parada.

Colillas y cajas de cigarrillos, botellas plásticas y de vidrio, vasos desechables, empaques de golosinas, papeles, cartones y residuos de comida, amanecen desparramados por varias zonas del lugar, una presencia no grata que entorpece la magia, encanto y misticismo del sector.

Uno de los puntos más críticos es la Carrera Séptima entre la Avenida Jiménez y la Plaza de Bolívar, un tramo peatonal que se caracteriza por albergar cientos de vendedores ambulantes y negocios como restaurantes, cafeterías, bancos y almacenes de ropa.

Sobrevivir: el reto diario de las jardineras del centro de Bogotá
Sobrevivir: el reto diario de las jardineras del centro de Bogotá

Las 38 jardineras que fueron reverdecidas con 2.400 plantas de diferentes especies en marzo de este año por el Jardín Botánico de Bogotá (JBB), son las principales víctimas de los comportamientos inadecuados del hombre.

No hay una sola de estas estructuras rectangulares que permanezca libre de los residuos sólidos. Algunas incluso albergan pozos de aceite usado de cocina arrojado por los vendedores de fritos y otras emanan hedores insoportables por el exceso de excrementos humanos y de los perros.

Hacia las seis de la mañana, cuando el Centro de Bogotá aún duerme y solo se escucha el soplido del viento, los operarios de Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP) barren las calles del sector para recoger las desgracias humanas, una rutina que repiten a diario.

La cara limpia de la Carrera Séptima no dura mucho. Con la llegada de los primeros vendedores ambulantes y transeúntes, la zona vuelve a quedar sucia por la disposición inadecuada de los residuos sólidos, en especial por los chicotes de los fumadores y los vasos de tinto.

Con el paso de las horas, el comercio informal, el flujo de la población flotante y las basuras incrementan a pasos galopantes. Al mediodía el panorama llega a su punto de quiebre, cuando es casi imposible transitar por el sector y los desechos son un común denominador.

Las jardineras son las que más padecen por la sobrecarga humana. Además de ser utilizadas como ceniceros o canecas, los transeúntes las atraviesan y pisan sus plantas para cortar camino y los motociclistas parquean sus vehículos a ras de sus hojas y tallos.

Algunos vendedores ambulantes han tratado de proteger las coberturas vegetales de su sitio de trabajo, pero casi siempre pierden la batalla por la agresividad de los transeúntes. “Me he ganado insultos y amenazas por regañar a los que botan papeles o colillas”, dice una de las comerciantes.

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Sitio crítico

Desde este tramo de la Carrera Séptima fue peatonalizado, el Jardín Botánico ha realizado varias intervenciones en las 38 jardineras ubicadas entre la Avenida Jiménez y la calle 11.

Jorge Rodríguez, profesional de campo de la línea de jardinería de la entidad, ha sido el encargado de liderar esta actividad con los siete operarios que tiene a su cargo, un trabajo que define como complejo por las dinámicas del sector.

“Por esta zona transita una población muy diversa, como turistas, trabajadores, vendedores ambulantes, habitantes de calle, artistas, jóvenes y estudiantes. Esto hace que las jardineras del sector sean un proyecto crítico de la localidad de La Candelaria”.

La más reciente intervención en la zona fue en marzo de este año, cuando el escuadrón de jardineros del JBB liderado por Rodríguez reverdeció las jardineras con 2.400 plantas nuevas de especies como mermeladas, hebes moradas, buxus, hiedras, azaleas y venturosas.

“Para los más de 300 metros cuadrados que abarcan las 38 jardineras se escogieron especies de porte semileñoso para amabilizar la zona y que las plantas le prestaran un servicio ambiental a la ciudadanía”, dijo el ingeniero agrónomo.

Sin embargo, al poco tiempo de la intervención las plantas comenzaron a recibir certeros impactos por parte de la población. “Además de arrojarles toda clase de residuos, los transeúntes pisaron varias plantas de las jardineras, en especial las que están ubicadas en las esquinas”.

Rodríguez aseguró que algunos trabajadores de los locales donde venden fritos causaron serias consecuencias en unas jardineras al arrojarles aceite de cocina. “Esto genera un daño casi irremediable al suelo, ya que el sustrato queda prácticamente inútil y las plantas mueren”.

Ante esto, el JBB realiza un trabajo social con otras entidades como la Alcaldía Local de La Candelaria, ONGs e instituciones educativas para sensibilizar a la comunidad. “Proteger este espacio ha sido muy difícil por las dinámicas del sector”.

Sin embargo, el profesional del JBB ha evidenciado un sentido de pertenencia por parte de algunos vendedores ambulantes. “Son personas que llevan muchos años trabajando en el mismo sector y defienden las plantas a capa y espada”.

Balance

Hace pocos días, funcionarios del Jardín Botánico y la Alcaldía Local de La Candelaria realizaron varias actividades en estas jardineras de la Carrera Séptima, las cuales tienen una profundidad de aproximadamente 30 centímetros.

La primera fue una jornada de mantenimiento liderada por Mislady Gutiérrez, Diego Sánchez, Gertrudis Morales, Eucaris Altamar, Flor Morales, Cristian Guerrero y Astrid Mora, los siete operarios del JBB que embellecen los jardines del centro de la capital.

“Las colillas de cigarrillo abundan en estas jardineras, al igual que vasos desechables, papeles, comida, vidrios, botellas y excrementos. Algunos de los cerramientos que hicimos en marzo con una cinta plástica amarilla, desaparecieron”, dijo Mislady.

Sobrevivir: el reto diario de las jardineras del centro de Bogotá

Varios profesionales del equipo social de la Subdirección Técnica Operativa del JBB y trabajadores de la Alcaldía Local recogieron los desechos y volvieron a encerrar las jardineras más críticas.

Luego, el ingeniero Rodríguez y Daniel Reinaldo, social del Jardín Botánico en las localidades del centro de la ciudad, inspeccionaron minuciosamente el sector para hacer un inventario de las plantas de las jardineras.

“Cerca del 30% de las 2.400 plantas, es decir más de 700, desapareció por las actividades humanas. En esta zona no se roban el material vegetal, es decir que murieron por el pisoteo o los residuos que les arrojan”, aseguró Rodríguez.

Las jardineras ubicadas entre las calles 12 y 12B son las más afectadas. “Es un sector bastante concurrido donde ni siquiera los vendedores ambulantes o los trabajadores de los locales cuidan las plantas”.

En el recorrido de inspección, los expertos evidenciaron que cinco jardineras ya no cuentan con una sola planta. “Una de ellas, ubicada en la esquina de la calle 12, es donde arrojan aceite usado de cocina”.

Las mermeladas y venturosas son las especies más perjudicadas por la ciudadanía, plantas con flores coloridas que desaparecieron en su mayoría de las jardineras. Todo lo contrario ocurre con los buxus y hebes moradas, que han resistido bastante.

Los más de 30 árboles que fueron plantados en este sector, de especies como yarumos, cerezos y robles australianos, tampoco se escapan del mal comportamiento ciudadano: algunos son utilizados para colgar la publicidad de los negocios.

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Próximas intervenciones

Con los resultados del inventario, Rodríguez programará varios frentes de intervención para plantar las más de 700 plantas que desaparecieron de las jardineras. “Tienen que estar desarrolladas y con tamaños medianos para que resistan”.

Esta actividad irá acompañada por un fuerte trabajo social con los vendedores ambulantes y comerciantes del sector. El ideal es que se conviertan en los guardianes de estas plantas y eviten que los transeúntes las afecten.

Con la Alcaldía Local de La Candelaria, el JBB buscará nuevos aliados para poder hacer los cerramientos a las 38 jardineras, un mecanismo que por lo menos disminuye el riesgo de que las plantas sean pisoteadas.

Luego de reunirse con los profesionales sociales del JBB, la Caja de Sueldos de Retiro de la Policía Nacional (Casur), ubicada en la Carrera 7 con calle 12B, manifestó su interés en participar en la protección de las jardineras.

“Casur se comprometió a hacerle mantenimiento a las jardineras ubicadas al frente de su sede. También vamos a hacer una convocatoria ciudadana para realizar una gran jornada de limpieza un día de Ciclovía”, dijo Yenny Rosas, profesional social del JBB.

Aunque la desaparición de más de 700 plantas de estas jardineras por las conductas inapropiadas de algunos ciudadanos es un balance negativo, Rodríguez pensó que el panorama sería mucho más crítico.

“Varias de las plantas han resistido y se están desarrollando adecuadamente, en especial las ubicadas en los sectores donde los vendedores ambulantes las defienden. Esto indica que podemos seguir trabajando para consolidar estas jardineras”.

El ingeniero no quiere que su trabajo y el de sus siete operarios se siga perdiendo. “La jardinería es una técnica de mucha precisión, dedicación y tiempo que embellece la ciudad y presta un servicio ambiental. El llamado es a cuidar y apropiarse de estos espacios verdes”.