El campesino que reverdece los jardines de Paloquemao

- Gustavo Nieto Sanabria, un operario del Jardín Botánico de Bogotá (JBB), se encarga de mantener intactas las 27.000 plantas de la jardinera de Paloquemao, ubicada en el separador de la calle 19.
- Este campesino nacido en el municipio de Arbeláez (Cundinamarca) evita que los transeúntes, vendedores ambulantes y habitantes de calle afecten a sus consentidas, como llama a las plantas.
- “Todos me conocen en la zona como el guardián de la jardinera. Me lleno de felicidad cada vez que me dicen palabras bonitas sobre mi trabajo”. Nueva crónica #BogotáReverdece.
A Gustavo Nieto Sanabria le brillan más los ojos cuando habla de Arbeláez, un municipio de Cundinamarca conocido como la “Ciudad Tranquila y Acogedora de Colombia” debido a la cordialidad de sus habitantes.
“Por mi cuerpo corre sangre indígena y campesina. Arbeláez primero fue habitado los sutagaos, muiscas y panches, indígenas que desaparecieron por la llegada de los españoles, y luego se pobló con campesinos expertos en trabajar la tierra”.
En este territorio de clima templado, rico en biodiversidad y ubicado en la provincia del Sumapaz, empezó su amor eterno por la tierra y los cultivos. Desde muy pequeño, Gustavo aprendió a sembrar tomate, habichuela, pepino, berenjena, plátano y caña.


“En esa época estaba convencido de que toda mi vida iba a vivir y trabajar en el campo. No soñaba con irme a la gran ciudad a buscar un mejor futuro y por eso me casé con Inés antes de cumplir la mayoría de edad y tuvimos dos hijos”.
Los azares del destino le cambiaron el panorama. Cuando cumplió los 18 años, un amigo que estaba radicado en Bogotá le dijo que estaban contratando muchas personas para hacer obras en la ciudad, una actividad que desconocía.
“Lo pensé mucho antes de arriesgarme a empezar una nueva vida en la llamada nevera. Pero mi esposa me convenció porque en Bogotá podíamos ganar más dinero y así pagarles mejores estudios a los niños”.
Gustavo pasó de campesino a obrero, un cambio de vida que le dio bastante duro por no tener un contacto diario con el verde de los campos. “Pero los frutos del trabajo empezaron a madurar y con el dinero que ganaba en las obras pude comenzar a pagar una casa en el barrio Garcés Navas”.
La vida le siguió sonriendo. En 1987 le salió un trabajo estable en la Secretaría de Obras Públicas, entidad donde aprendió a manejar maquinaria pesada y participó en la conformación de varios parques de la capital.
“En Obras Públicas tuve la fortuna de conocer el Jardín Botánico de Bogotá (JBB), la entidad que se encarga de pintar de verde la ciudad. Fui varias veces a ese bosque en medio del concreto a trabajar en algunas obras que estaban haciendo”.


Regreso a la naturaleza
Gustavo estuvo nueve años en la Secretaría de Obras Públicas, un trabajo que define como un regalo del cielo porque pudo pagar su casa en el Garcés Navas y darles estudios a sus cuatro hijos.
“Cuando se acabó el trabajo en esa entidad me alcancé a preocupar. Sin embargo, unos conocidos del Jardín Botánico me dijeron que pasara la hoja de vida para trabajar como operario; eso fue hace nueve años”.
El campesino de Arbeláez fue contratado e ingresó al grupo de arbolado joven, encargado de reverdecer las zonas urbanas de la capital con nuevos árboles y arbustos. “Fue una bendición porque volví a tener un contacto directo con la tierra y la naturaleza”.
Luego pasó por otros grupos como jardinería. “Me convertí en experto en abrir los huecos de un metro cúbico de profundidad donde son plantados los árboles de diferentes especies”.
En 2019, Gustavo se enteró que el Distrito iba a recuperar el separador de la calle 19 entre las carreras 22 y 30, un sector de la localidad de Los Mártires más conocido como Paloquemao por estar ubicado al frente de la plaza de mercado.
“Ese separador se había convertido en un punto crítico de basura y el hogar de muchos habitantes de calle. Conocía muy bien la zona porque me encanta ir a mercar a la plaza de Paloquemao”.
Según Jorge Rodríguez, profesional de la línea de jardinería del Jardín Botánico, el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) hizo varias obras de adecuación en la zona; una de ellas fue recomponer los carriles de la calle 19 entre la Avenida Caracas y la carrera 30.
“El objetivo era constituir una vía de alta especificación. Lo que había en el separador al frente de la plaza de Paloquemao era un local a cielo abierto donde se vendían plantas y se arrojaba mucha basura”.
La obra también contempló mejorar los contornos, zonas planas y endurecidas y sitios de tránsito, como el separador entre las carreras 22 y 30. “Luego de varias reuniones se llegó a la conclusión de construir una jardinera en el separador”.
El Jardín Botánico se encargó de reverdecer la nueva jardinera, una estructura de 3.077 metros cuadrados. “Nuestro trabajo terminó en 2020. Fue un diseño sencillo conformado por miles de plantas como hiedras y durantas en franjas alternas a lo largo de todo el separador”.
Nuevo jardinero
La pandemia del coronavirus afectó la nueva jardinera de Paloquemao. Debido a las cuarentenas, los profesionales y operarios del JBB no pudieron visitar el sitio para hacer el mantenimiento.
“Las hiedras y durantas quedaron cubiertas por la maleza. La jardinera se convirtió en un punto crítico de basura por las acciones inadecuadas de los transeúntes y comerciantes”, informó Rodríguez.
A comienzos de 2021, Rodríguez y su escuadrón de operarios regresaron a Paloquemao para revivir la jardinera con un nuevo diseño y una gran variedad de plantas de jardín.


“Contaría con más de 27.000 plantas de 17 especies, las más usadas en la jardinería urbana de la ciudad, como escarcha, clavel chino, bella a las once, cintas, gazania, lirios híbridos, granizo, ajo de rico, hiedra, duranta, siete cuero mexicano y cartucho”.
La recuperación de la jardinera de Paloquemao fue bastante difícil por los cambuches construídos por los habitantes de calle en el separador y los transeúntes que se atravesaban en medio de las nuevas plantas.
“Por eso destinamos tres zonas de la jardinera para que los ciudadanos transitaran y así no afectarán las demás coberturas vegetales. También dimos marcha a un trabajo social con los comerciantes de la plaza y los vendedores ambulantes de flores”.
En noviembre de 2021 fue presentado el nuevo rostro de la jardinera de Paloquemao. Gustavo aseguró que el cambio fue impresionante. “El separador parecía un arcoiris por las plantas de la jardinera. Yo no participé en la obra porque seguía en el grupo de arbolado joven”.
Rodríguez sabía que la jardinera no podía quedar a la deriva. La zona requería de la presencia constante de una persona para que las plantas sobrevivieran al alto flujo de la zona.
“A comienzos de 2022 empezamos a buscar una persona seria, madura, con conocimientos de las plantas y que no sintiera temor de acercarse a la gente para hacerle una observación decente sobre el uso adecuado del espacio público”.
En marzo de ese año, Gustavo Nieto Sanabria, el campesino de Arbeláez, se convirtió en el guardián de la jardinera de Paloquemao. Su trabajo consistía en proteger las más de 27.000 plantas de jardín.
“El primer día que vine a trabajar quedé muy triste por la cantidad de basura que los comerciantes y vendedores arrojaban en la jardinera. Casi me pongo a llorar al ver la falta de amor de la ciudadanía por las plantas”.
Gustavo no se desmotivó. Conversó con los comerciantes de flores del separador y a los vendedores ambulantes que se ubican en el andén de la plaza de mercado para que conocieran sus tareas.
“Les dije que mi trabajo era mantener hermosas las plantas de la jardinera, pero para eso necesitaba de su colaboración y apoyo. También les conté que si mantenían el espacio sin basura, iban a vender más”.
Los primeros en copiarle la idea fueron los vendedores ambulantes, con quienes ha forjado lazos de amistad. “Con los comerciantes de las flores he tenido problemas porque no me hacen caso cuando les digo que no arrojen los residuos”.
El guardián de la jardinera de Paloquemao trabaja de lunes a viernes en la zona. Llega a las 6:30 de la mañana, se toma un tinto donde alguno de los vendedores y luego desayuna dentro de la plaza de mercado.
“Luego me cambio en un local donde me dejan guardar el uniforme y las herramientas. Cuando estoy listo me meto de cabeza en la jardinera y me pongo a deshierbar, resembrar, retirar las basuras y estar pendiente de que nadie pise las plantas”.
Una señora que vende dulces en uno de los semáforos del sector, se convirtió en su gran colaboradora. “Ella me ayuda a decirle a las personas que no boten basura ni extraigan las plantas del jardín; es una nueva amiga que le gusta cuidar la naturaleza”.
Gustavo sabe que su presencia es vital para el futuro de la jardinera y por eso también patrulla la zona los días sábados. “Ya todos me conocen como el guardián de las plantas; me lleno de felicidad cuando me dicen palabras bonitas por mi trabajo”.
Rodríguez, el jefe de Gustavo, está muy satisfecho con su labor. “Se integró muy bien a la zona y a la comunidad que hace presencia. La gente lo respeta y por eso la jardinera se mantiene en un buen estado”.