El bosque de Bogotá que simboliza los derechos humanos

Está ubicado en Las Mercedes, un predio de la Reserva Forestal Thomas van der Hammen en la localidad de Suba.
Lo conforman 30 árboles de tres especies: roble, amarrabollo y gaque. Cada uno representa un artículo de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Este bosque simbólico fue creado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia y el Jardín Botánico de Bogotá (JBB).
Embajadores, funcionarios públicos, comunidad muisca y ambientalistas, participaron en la jornada de plantación. Nueva crónica #BogotáReverdece.
La Thomas Van der Hammen, una reserva forestal con más de 1.395 hectáreas, es una de las joyas ambientales más importantes de Bogotá. Este lugar, habitado en el pasado por los muiscas, se encarga de conectar al río Bogotá con los Cerros Orientales.
En sus dominios, distribuidos entre las localidades de Suba y Usaquén, sobreviven varios ecosistemas como los humedales de La Conejera, Torca y Guaymaral y los bosques Las Mercedes y Las Lechuzas, reservorios de especies nativas de la ciudad.
Aunque varias de sus zonas se han visto afectadas por los cultivos y la ganadería, la biodiversidad se impone con fuerza. Las más de 200 especies de plantas, 11 de mamíferos y 49 de aves nativas y migratorias registradas, así lo demuestran.
Esta reserva bautizada con el nombre del geólogo que la estudió durante años, es la casa de animales emblemáticos de la sabana de Bogotá como el chamicero, carpintero, búho rayado, camaleón andino, rana sabanera, musaraña, curí y tingua bogotana.
Desde 2011, el Jardín Botánico de Bogotá (JBB) adelanta un proceso de rehabilitación ecológica en un predio de la reserva: Las Mercedes, una zona de 27,2 hectáreas administrada por el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU).
En este predio, ubicado a espaldas de la clínica Juan N. Corpas, se han plantado más de 50.000 árboles y arbustos de 60 especies nativas en los últimos 11 años, un nuevo bosque que se convertirá en un aula de educación e investigación ambiental.
Las Mercedes cuenta con varias zonas emblemáticas, como cinco jardines biodiversos que atraen a los polinizadores; una parte del bosque nativo donde sobrevive un cedro de 200 años; y 54 perchas artificiales distribuidas en diversas áreas para las aves.
El bosque de la paz y la reconciliación, un terreno reverdecido con 36 árboles nativos y que tiene la forma del mapa de Colombia, es uno de los mayores atractivos del predio: el lugar rinde homenaje a varias de las víctimas del conflicto armado.
Este mapa verde fue creado por el Centro Nacional de Memoria Histórica y el JBB y tiene como fin homenajear a 36 de las víctimas fatales que dejó un conflicto en la inspección de Puerto Torres (departamento de Caquetá).
Cada uno de los árboles de este bosque, conformado en su mayoría por cedros, tiene una placa conmemorativa con el nombre de la persona que la violencia silenció y una pequeña leyenda sobre los hechos ocurridos en esta zona de la Amazonia colombiana.
“Estos árboles fueron plantados en el interior del mapa de Colombia por las familias de las personas que perdieron su vida por la violencia en el departamento del Caquetá”, aseguró Diana Marentes, profesional social del JBB.
Un nuevo bosque
Hace algunas semanas, profesionales de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia le propusieron al Jardín Botánico crear un nuevo bosque en el predio Las Mercedes.
El objetivo era plantar 30 árboles nativos en una zona del predio y que cada individuo arbóreo representara un artículo de la Declaración Universal de Derechos Humanos, un documento histórico proclamado por la ONU el 10 de diciembre de 1948.
“Les propusimos crear este nuevo ecosistema simbólico alrededor del mapa de Colombia donde está ubicado el bosque de la paz y la reconciliación. El JBB se encargaría de donar los 30 árboles y la mano de obra para abrir los huecos”, informó Marentes.
Los arquitectos del Jardín Botánico elaboraron el diseño del nuevo bosque. Luego, la ONU instaló la señalética en el lugar, conformada por placas donde aparecen los 30 artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
“Escogimos tres especies para conformar el bosque de los derechos humanos: roble, amarrabollo y gaque. Estos árboles alcanzan alturas superiores a los 20 metros y resisten muy bien las condiciones climáticas de la zona”, apuntó la profesional del JBB.
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas definió la fecha para la creación del nuevo bosque: el 10 de diciembre, día en el inició la conmemoración de los 75 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Acto simbólico
A las ocho de la mañana del pasado sábado 10 de diciembre, más de 100 personas llegaron al predio Las Mercedes en varios vehículos y buses para ayudar a conformar el primer bosque de los derechos humanos de Bogotá.
Embajadores, funcionarios públicos de los gobiernos Nacional y Distrital, jóvenes ambientalistas, defensores de la reserva Thomas Van der Hammen, representantes de la comunidad muisca y periodistas, se encargaron de darle vida a este ecosistema simbólico.
Luego de caminar por el predio durante varios minutos bajo un sol que se tornaba cada vez más picante y un cielo con pocas nubes, los participantes llegaron al bosque y fueron recibidos por los operarios e ingenieros del Jardín Botánico.
Blanca Nieves, una abuela del cabildo muisca de Suba, les pidió que se organizaran en círculo a su alrededor. La acompañaban la concejala Ati Quigua y varios jóvenes indígenas que han defendido la reserva forestal.
“En esta maloca simbólica que formamos le agradeceremos a la madre Tierra y nos convertiremos en las naciones unidades del espíritu. Vamos a saludar al sol, la luna Chíe, el espíritu del viento Fiba y a la laguna de Tibabuyes”.
A través de varios cantos acompañados por los sonidos de tambores, cucharas y un caracol, la abuela Blanca le rindió un homenaje a los recursos naturales. “Pidámosle perdón a la madre Tierra por todo el daño que recibe y démosle las gracias a Bachué, Bochica y Chiminigagua”.
Luego del ritual muisca, Octavio Naranjo, jefe del grupo de arborización del Jardín Botánico, tomó la vocería para informar los pormenores de la plantación de los 30 árboles del bosque de los derechos humanos.
“Este nuevo ecosistema simbólico arropará y protegerá al bosque de la paz y la reconciliación. Nuestros operarios e ingenieros se encargarán de ayudarlos a plantar los nuevos 30 árboles, robles, amarrabollos y gaques que crecerán hermosos”.
Manos a la obra
Varios de los participantes leyeron los artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Sandra Vilardy, una de las ambientalistas más reconocidas del país y actual viceministra de Ambiente del Gobierno Nacional, fue una de las voces.
“Sembrar es una metáfora que significa restauración, recuperación y reconciliación. La paz solamente la vamos a lograr si nos reconectamos con el suelo, el agua y la biodiversidad y respetamos nuestras diferentes formas de ser y de estar”.
Rafael Lara, viceministro para las políticas de defensa y seguridad del Ministerio de Defensa, también leyó uno de los derechos y aseguró que la defensa de la vida y la construcción de la paz son el vértice del actual Gobierno Nacional.
Por su parte, Monserrat Solano, de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia, indicó que el nuevo bosque en la reserva Thomas van der Hammen le deja un fuerte mensaje a la sociedad.
“Los derechos humanos están relacionados con la protección del ambiente. Queremos que este bosque trascienda las generaciones como lo ha hecho la Declaración Universal y muchas de las luchas de los defensores y defensoras”.
Terminada la lectura de los 30 derechos, las más de 100 personas se distribuyeron en varios grupos para plantar y apadrinar a los robles, amarrabollos y gaques del bosque de los derechos humanos de la reserva forestal.
Guardianes por la vida, un grupo de niños y jóvenes liderado por el ambientalista Francisco Javier Vera, estuvo presente en la plantación con algunos de sus representantes, al igual que varias organizaciones de mujeres abogadas.
“Esta actividad fue muy bonita y emotiva porque unió a varias personas de todas las edades y pensamientos en torno al cuidado del ambiente y el respeto de los derechos humanos. Este bosque será un nuevo símbolo de nuestra reserva”, expresó Marentes.
El nuevo bosque es un símbolo de que los derechos humanos están vivos, son universales e indivisibles. Sus 30 árboles representan el derecho a la vida, libertad de opinión y expresión, educación, entre muchos otros.
“Estos bosques conmemorativos siguen llenando de simbología al predio Las Mercedes y nos ayudan a consolidarlo como un aula y centro del pensamiento ambiental de la ciudad”, puntualizó la profesional del JBB.