Las tierras muiscas de Usme que reverdecerán con árboles nativos

Usme

En la hacienda El Carmen, un predio de 30 hectáreas ubicado en la vereda La Requilina, han encontrado restos y artesanías de los muiscas de hace más de 800 años.

Esta necrópolis, una de las puertas al páramo más grande del mundo, Sumapaz, se convirtió en la primera área arqueológica protegida de Bogotá.

Las rondas de las cuatro quebradas que la atraviesan serán reverdecidas con 10.580 árboles nativos, un proyecto de restauración ecológica liderado por el Jardín Botánico y el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural.

Más de 50 habitantes de la localidad de Usme ayudaron a plantar los primeros 100 árboles. Nueva crónica #BogotáReverdece.

El legado de los muiscas, un grupo anfibio que veneraba el agua, el maíz y la naturaleza, sigue vivo en Usme, una localidad montañosa del sur de la ciudad habitada por más de 400.000 personas y conformada por 21.556 hectáreas, 279 barrios y 14 veredas.

Su nombre en lengua chibcha significa “Tu nido” y proviene de Usminia, una princesa muisca e hija del cacique Saguanmachica. Según las crónicas de antaño, fue considerada la mujer más hermosa de América mucho antes de la llegada de los españoles.

La figura de Usminia, una indígena valiente que profesaba un amor desbordado por su pueblo y quien murió ahogada en la laguna sagrada de Chisacá junto al cacique Ubaque, fue inmortalizada en un monumento ubicado en la Avenida al Llano.

usme
usme

En la época prehispánica, las tierras de Usme fueron uno de los principales asentamientos de los muiscas debido a la presencia de cuerpos de agua, lagunas donde los indígenas realizaban los rituales sagrados y pagamentos a sus dioses.

La laguna de Los Tunjos, donde nace puro y cristalino el río Tunjuelo y una de las puertas a Sumapaz, el páramo más grande del mundo, era uno de los mayores epicentros de los muiscas para sus adoraciones, cultos y rituales fúnebres.

En la vereda La Requilina está una de las huellas más claras de la presencia de esta etnia pacífica en Usme. Se trata de la hacienda El Carmen, un predio de 30 hectáreas donde se han encontrado restos y evidencias del arte rupestre de los muiscas de hace más de 800 años.

Los hallazgos arqueológicos en esta hacienda, ubicada a 2.750 metros sobre el nivel del mar, podrían narrar cuatro siglos de experiencias vividas. Es un lugar donde los indígenas enterraron a sus muertos, construyeron casas y sembraron por más de 40 generaciones.

La hacienda El Carmen se convirtió en la primera área arqueológica protegida de Bogotá. Entre los descubrimientos más sorprendentes están evidencias que indican vínculos e intercambios de los muiscas con pueblos indígenas del Caribe, el piedemonte llanero y la Amazonia.

“Es una necrópolis prehispánica, ya que se han encontrado 65 tumbas con más de 2.400 individuos muiscas. Es un lugar sagrado considerado el más significativo del altiplano colombiano”, revela uno de los avisos de la hacienda.

usme
usme

Hallazgos históricos

La historia de esta área arqueológica protegida se remonta al año 1999, cuando Metrovivienda inició el proyecto urbanístico Ciudadela Nuevo Usme en los predios de La Esperanza y El Carmen.

La iniciativa causó un rechazo profundo en las comunidades campesinas y organizaciones sociales. Sin embargo, el proyecto se consolidó parcialmente con el Plan de Ordenamiento Territorial del 2000.

“Los suelos rurales con vocación agrícola de la zona fueron clasificados por el POT como áreas de expansión urbana para la construcción de viviendas”, aseguró Humberto Medellín, profesional del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC).

En 2007, mientras Metrovivienda adelantaba las obras, fueron encontrados varios restos óseos humanos y vasijas de cerámica en los dominios de la hacienda, un hallazgo que suspendió el proyecto urbanístico.

“El movimiento ciudadano que defendía la zona alzó su voz para que las autoridades correspondientes, como el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), vinieran al predio para determinar qué estaba pasando”, recuerda Medellín.

Metrovivienda contrató a la Universidad Nacional para que adelantara las labores de arqueología preventiva y así proyectar un plan de manejo para el predio, el cual fue formulado en 2008.

Esto dio paso a la creación y adopción del Plan de Manejo Arqueológico del yacimiento. “Como este plan determinó que la zona contaba con muchos hallazgos de la época muisca, en 2015 el ICANH la declaró como un área arqueológica protegida de interés nacional”, informó Medellín.

La declaración, un hito en la historia de la ciudad, arrojó un nuevo proyecto: la creación de un parque arqueológico en la hacienda El Carmen, iniciativa mancomunada entre la Administración Distrital, las comunidades y las organizaciones.

“El futuro parque estuvo quieto durante los siguientes cuatro años, hasta que esta administración decidió activar el proyecto, lo incluyó en el Plan de Desarrollo y creó una fuerte estrategia ambiental”,  indicó el profesional del IDPC.

Los restos de los muiscas son tan solo uno de los hallazgos en esta hacienda. Por ejemplo, los expertos encontraron huesos de animales como venado, cuy, boa, tingua, zorro, fara, conejo, garza, armadillo, coatí y perro de monte.

“Sumado a esto, en las investigaciones ambientales por la hacienda hemos evidenciado más de 60 especies de plantas (siete endémicas del altiplano cundiboyacense), 30 de aves, cuatro de reptiles, dos de mamíferos y dos de anfibios”, complementó Medellín.

A reverdecer la necrópolis muisca

Humberto Medellín trabaja en el IDPC como apoyo a la gestión ambiental del futuro parque arqueológico de la hacienda El Carmen. Una de sus tareas fue participar en la elaboración de un estudio para realizar la restauración ecológica del predio.

“Le presentamos el estudio a la autoridad ambiental competente, es decir a la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA), documento que fue aprobado. Sin embargo, el IDPC no tenía la capacidad técnica, operativa o económica para desarrollarlo”.

Esto llevó al instituto a suscribir un convenio marco con el Jardín Botánico de Bogotá (JBB) a finales de 2020, una alianza que busca crear estrategias de manejo de las coberturas vegetales asociadas a sitios icónicos, históricos y patrimoniales de la ciudad.

usme
usme

Bajo el cumplimiento de las actividades de este convenio marco, ambas entidades evidenciaron la necesidad de suscribir un convenio específico para las coberturas de la hacienda El Carmen debido a su declaratoria como zona de protección.

“Este año firmamos el convenio específico 444 para realizar la restauración ecológica de las zonas de ronda de las cuatro quebradas que atraviesan la hacienda: La Taza, Aguadulce, La Fucha y La Requilina”, aseguró Francisco Salas, ingeniero del JBB.

El objetivo de esta nueva alianza es plantar 10.580 árboles de especies nativas del bosque altoandino en un área de influencia directa de 5,04 hectáreas, es decir en las rondas de las quebradas, zonas que bordean toda la hacienda.

“Vamos a enriquecer las cuatro zonas de ronda con coberturas vegetales establecidas; implementar cercas vivas complejas para la conectividad ecológica y recuperación ambiental; y consolidar un jardín biodiverso que resalte los atributos naturales y atraiga la fauna”, indicó Salas.

La Taza, Aguadulce, La Fucha y La Requilina reverdecerán con esta restauración ecológica. “Las rondas de estas quebradas perdieron sus coberturas vegetales. Con los más de 10.000 árboles nativos vamos a proteger estas fuentes hídricas de la cuenca del río Tunjuelo”.

Según Medellín, esta alianza irá hasta julio del próximo año. “El ideal es recuperar el bosque ripario en las zonas de inundación de estas cuatro quebradas, un proyecto que también le apunta a mitigar las consecuencias del cambio climático”, manifestó Medellín.

La hacienda El Carmen, la necrópolis muisca, reverdecerá con cerca de 40 especies nativas del bosque altoandino, como roble, gaque, borrachero, arboloco, garrocho, mano de oso, tomatillo, pata de indio y arrayán.

“Por ejemplo, el jardín biodiverso contará con especies arbustivas y herbáceas que generarán una atracción para las aves y los polinizadores. Plantaremos varios de los árboles que eran insignias para los muiscas”, expresó el ingeniero del JBB.

usme
usme

Primera plantación

El pasado sábado 19 de noviembre, cientos de habitantes de la localidad de Usme se dieron cita en la hacienda El Carmen para participar en una nueva versión del festival ‘Patrimonios en Ruana: un convite para cosechar la memoria’.

Desde las nueve de la mañana, los ciudadanos disfrutaron de varias actividades, como recorridos ambientales, conciertos, obras de teatro, circo, comparsas, danzas, feria de emprendimientos, mercado campesino y juegos tradicionales de la ruralidad.

El JBB y el IDPC aprovecharon este festival para realizar la primera jornada de plantación comunitaria del proyecto de restauración ecológica en las quebradas de la hacienda, para la cual llevaron 100 árboles nativos.

Durante toda la semana, 10 operarios del Jardín Botánico, liderados por el ingeniero Salas, y varios profesionales del instituto, se encargaron de preparar el terreno para la plantación, ubicado en la ronda de la quebrada Aguadulce.

“Estas plantaciones tienen varias fases, como el control de las especies que pueden afectar los árboles nativos; el trazado con una técnica llamada tres bolillos; y la plantación de los individuos arbóreos a una distancia de 1,5 metros entre cada uno”, dijo Salas.

A las 10 de la mañana, Diana Marentes, profesional social de la Subdirección Técnica Operativa del JBB y encargada de apoyar las actividades de restauración ecológica, se subió a la tarima para invitar a los ciudadanos a la jornada ambiental.

Más de 50 personas, entre niños, jóvenes y adultos de la tercera edad, decidieron participar. Marentes los reunió en círculo y les dio varias recomendaciones, como tener mucho cuidado al momento de retirar la bolsa plástica del pan de tierra que protege las raíces de los árboles.

“Las plantaciones en las zonas rurales de Bogotá son actividades de restauración ecológica muy diferentes a las de las áreas urbanas. Por ejemplo, acá los huecos no son tan profundos y las distancias entre los árboles son menores”.

Juan Díaz y Carolina Sánchez, una pareja de esposos que vive cerca de la hacienda, tuvieron la oportunidad de plantar árboles por primera vez.

“Fue una experiencia maravillosa donde dejamos nuestro granito de arena para que esta zona sea mucho más verde. Usme necesita muchos árboles más”.

Durante aproximadamente una hora, los ciudadanos se untaron de tierra y reverdecieron una parte de la ronda de la quebrada Aguadulce, un cuerpo de agua que exhibe la falta de conciencia ciudadana, como bolsas plásticas y otros residuos sólidos.

“Varias de las especies que plantamos fueron veneradas por los muiscas, como es el caso del borrachero, una planta con la que realizaban sus rituales sagrados. Esta actividad también es un homenaje a ellos”, dijo Carolina.

En la primera plantación comunitaria de esta necrópolis muisca, el JBB escogió 24 especies nativas: aliso, arboloco, amargoso, angelito, arrayán, borrachero, caucho, cervetano, cestrum, chilco, cordoncillo, duraznillo, espino, gaque, garbancillo, garrocho, gurrubo, mano de oso, mangle, mortiño, pata de indio, raque, roble y tinto.

Los niños quedaron sorprendidos al conocer que una de estas especies arroja un fruto que es protagonista en la película ‘La era del hielo’. “No sabía que las bellotas que aparecen en esa película son del roble. Por eso quise plantar uno de esos árboles tan hermosos”.

El reverdecer de la hacienda El Carmen seguirá contando con la participación ciudadana. “Cada vez que plantemos vamos a invitar a los habitantes de Usme para que nos ayuden. El objetivo es que se apropien y nos ayuden a cuidar estos tesoros biodiversos”, puntualizó Marentes.

El JBB y el IDPC también desarrollarán talleres de sensibilización con los colectivos, colegios, vecinos y comunidad en general. “El objetivo es que aprendan sobre la importancia de la recuperación ecológica para el territorio y reconozcan el valor ecológico, cultural y las funciones ecosistémicas de las especies nativas”.