El campesino atleta que reverdece Bogotá

El campesino atleta que reverdece Bogotá

Luis Hernando Sáenz, un boyacense amante de la naturaleza y experto en trabajar la tierra, siempre ha sentido una gran pasión por el atletismo, deporte que practicó mientras estudiaba en el municipio de Duitama.

Desde muy joven soñaba con competir en una carrera y quedar entre los mejores corredores, una meta que se vio interrumpida por la falta de tiempo que le dejaba su trabajo y la crianza de sus tres hijos.

Su gran sueño se volvió realidad el pasado 23 de abril en la octava edición de la Carrera Verde Colombia, cuando se subió al podio y recibió la medalla de bronce en la categoría de cinco kilómetros para hombres de 50 años en adelante.

Conozca la historia de este operario del Jardín Botánico de Bogotá (JBB), un campesino que lleva ocho años reverdeciendo los jardines, arbolado y huertas de la capital. Nueva crónica #BogotáReverdece.

San José de Pare, un municipio de Boyacá bañado por los ríos Suárez y Ubaza y con raíces indígenas de la etnia guane, lo vio nacer. En este territorio por donde pasó Simón Bolívar en su batalla libertadora, Luis Hernando Sáenz Fonteche pasó toda su niñez en medio de trapiches.

“Con mucho esfuerzo, mis padres Efraín Sáenz y Natividad Fonteche sacaron adelante a sus nueve hijos elaborando panela en una finca de 28 hectáreas en la vereda San Roque. Mi pueblo, ubicado en la provincia de Ricaurte, es uno de los sitios más paneleros del país”.

Luis Hernando aprendió el arte de trabajar la tierra desde pequeño, en especial la transformación de la caña de azúcar en cuadrados de panela. “Nuestro trapiche, que duró ocho décadas, tenía una alta producción: cada semana sacábamos hasta 1.400 cajas de panela”.

El campesino atleta que reverdece Bogotá
El campesino atleta que reverdece Bogotá

Este boyacense de 61 años tiene vivos los recuerdos de la elaboración de la panela, un proceso arduo y duro de molienda que comienza con el corte de la caña y el cual tiene su alma y corazón en el trapiche.

“En la finca teníamos un motor diésel de doble culata que movía el molino de agua para sacarle el jugo a la caña. Ese bagazo pasaba a una bigotera y luego hacíamos hileras para que se secara. También lo utilizamos en la hornilla que calentaba el guarapo de la caña”.

Aunque también aprendió a sembrar café, plátano, yuca, maíz, frijol y frutales, la caña de azúcar era su cultivo favorito. “La zona donde está ubicado San José de Pare es responsable del 70% de la producción nacional de panela. Santana, por ejemplo, es el pueblo más panelero del país”.

Su rostro se torna más expresivo de lo normal cuando habla de las reminiscencias del pasado en su pueblo natal. “Estoy muy orgulloso de mis raíces campesinas. Mi papá se levantó de la nada trabajando en los molinos y limpiando el guarapo, hasta que pudo comprar su finquita”.

El campesino atleta que reverdece Bogotá
El campesino atleta que reverdece Bogotá

Despertar deportivo

Cuando Luis Hernando terminó la primaria en San José de Pare, su padre lo envió a Duitama para que siguiera con sus estudios de bachillerato. Don Efraín lo matriculó en el Instituto Técnico Industrial Rafael Reyes.

“El instituto era uno de los más cotizados a nivel nacional. Recuerdo que en esa época, 1978, nos presentamos más de 400 estudiantes de todo el país en la convocatoria, de los cuales solo 66 nos graduamos como bachilleres técnicos electricistas”.

Mientras nutría su mente con nuevos conocimientos, en el joven boyacense nació una nueva pasión: el atletismo. Aunque en su pueblo natal le gusta correr por el campo en sus ratos libres, fue en Duitama que se le alborotó el interés.

“Me empezó a gustar el atletismo en el instituto porque nos llevaban a participar en varios intercolegiados y se hacían semanas culturales y deportivas. Así conocí a grandes atletas como Domingo Tibaduiza, de Sogamoso, y Víctor Manuel Mora”.

Los fines de semana salía a correr con Chiquitolina, un joven del municipio de Pasca. “Teníamos varias rutas desde Duitama: a Sogamoso (41 kilómetros), Paipa y Santa Rosa de Viterbo (18 kilómetros)”.

El joven atleta participó varias veces en el Maratón de los Libertadores, competencia que se realizaba en Duitama. “Quedaba entre los 100 mejores atletas. No logré ganar medallas porque competía con profesionales de todo el mundo”.

San José de Para también conoció su talento para el atletismo. Cuando iba a visitar a sus padres, participaba en la competencia de la provincia de Ricaurte. “Mi pueblo premiaba al mejor deportista y yo logré ese título varias veces. Mi familia se sentía muy orgullosa de mí”.

A los 19 años se graduó como bachiller técnico electricista en el prestigioso instituto. Al llegar a su pueblo con el diploma, Luis Hernando se sorprendió al ver que sus padres habían organizado un gran bazar para homenajearlo.

“Más de 250 personas del pueblo me recibieron en el bazar. Todos me felicitaron por graduarme como bachiller técnico; yo no paraba de llorar al escuchar las palabras de orgullo de mis padres”.

A conquistar Bogotá

Aunque su corazón siempre tendrá raíces en los trapiches y tierras fértiles de San José de Para, Luis Hernando sabía que allí no tendría muchas opciones de aplicar lo aprendido en el Instituto Técnico Industrial Rafael Reyes.

Con una gran tristeza por dejar a sus padres y hermanos, el joven campesino y atleta cogió rumbo hacia Bogotá, ciudad que le sonrió. Unos amigos lo recibieron y al poco tiempo encontró trabajo como técnico electricista en varias construcciones del norte de la ciudad.

“También trabajé en plomería y luego pasé varias hojas de vida a grandes empresas. La General Motors me contrató como ensamblador de carros y electricista, un trabajo duro porque nos tocaba hacer carros a una velocidad muy rápida; a diario sacábamos 130 unidades”.

El campesino atleta que reverdece Bogotá
El campesino atleta que reverdece Bogotá

Por su buen desempeño y habilidades fue ascendido a inspector de calidad, donde se encargaba de revisar el interior de los vehículos. También decidió matricularse en la Universidad INCA para estudiar leyes y jurisprudencia.

“Hice cinco semestres en la INCA. Desafortunadamente no pude seguir estudiando por el arduo ritmo de trabajo; en la empresa, donde a veces me quedaba dormido por el cansancio, me dijeron que escogiera entre el estudio y el trabajo”.

En los años en la General Motors, una casualidad de la vida lo llevó a conocer a su gran amor: Rosa María González de Bojacá, una mujer hermosa, trabajadora y cariñosa que le presentó su mamá.

“Un día, mientras mi mamá estaba lavando la ropa de los trabajadores de la finca, una vecina llegó a la casa con Rosa María, quien le dijo: doña Natividad, venga y le ayudo a lavar, una propuesta que mi madre rechazó al comienzo”.

Doña Natividad llamó a su hijo, que en esa época vivía en el barrio Alquería La Fragua, para contarle detalles de la colaboradora mujer que había conocido. “Me dijo: ella es una mujer muy especial que puede convertirse en su señora”.

Luis Hernando aceptó la recomendación de su madre y fue al pueblo a conocer a Rosa María. “Me enamoré desde que la vi. Luego de un tiempo le propuse que se fuera a vivir conmigo a Bogotá para ver si se amañaba; ya llevamos 38 años juntos”.

El campesino atleta que reverdece Bogotá
El campesino atleta que reverdece Bogotá

Padre orgulloso

El amor de Luis Hernando y Rosa María se materializó en tres hijos: Efraín Ricardo, Luz Neyid y Cindy Johana, retoños que sacó adelante con mucho esfuerzo y cariño en la casa que compró en el barrio Venecia.

Luego de 13 años en la General Motors, el trabajo llegó a su fin. “La venta de vehículos a nivel internacional estaba en crisis por las decisiones de Hugo Chávez en Venezuela. La baja en la producción fue enorme y la empresa tuvo que hacer un recorte de personal”.

El atletismo quedó en pausa debido a la falta de tiempo. “Muy de vez en cuando salía a correr los domingos. Mi prioridad era trabajar y darles estudio a mis tres hijos, por lo cual el sueño de ganar una medalla en una competencia deportiva se quedó dormido en mi mente”.

El boyacense se convirtió en comerciante, una nueva actividad que también le sonrió. Alcanzó a tener cuatro negocios activos al mismo tiempo, sitios donde les brindó oportunidades laborales a varios de sus familiares.

“Mi lema siempre ha sido ayudar a la gente. En mis negocios les abrí las puertas a varios sobrinos, como uno que luego alcanzó a ser coronel de la Policía en Boyacá. Me siento muy orgulloso por apoyar a mi familia”.

Con mucho esfuerzo logró que sus tres hijos fueran profesionales. Efraín Ricardo es docente universitario con título en administración de hotelería y turismo y maestría, y además tiene su propia empresa.

“Luz Neyid es administradora ambiental con especialización en la Universidad Distrital y Cindy Johana jugaba fútbol profesional, hasta que una lesión la hizo retirarse parcialmente del deporte; mis tres hijos son mi mayor orgullo”.

Reverdecer Bogotá

En 2015, Luis Hernando y Rosa María seguían al frente de varios negocios comerciales. Sin embargo, la matriarca de la familia comenzó a tener problemas de salud por la vena várice en una de sus piernas.

“Nuestro hijo mayor nos dijo que era el momento de vender los negocios para descansar. Le hicimos caso, pero yo le dije que mientras tuviera salud y alientos iba a seguir trabajando; así somos las personas del campo”.

Un día, mientras se dirigía hacia su casa, Luis Hernando pasó por el Jardín Botánico de Bogotá (JBB), una entidad ubicada en medio de un denso bosque. El verde de sus árboles lo hizo bajarse del bus e ingresar por primera vez.

El campesino atleta que reverdece Bogotá
El campesino atleta que reverdece Bogotá

“Quedé maravillado con todo lo que vi en el JBB. Cuando salí, llamé a mi esposa y ella me dijo que llevara mi hoja de vida. Y como a mí me gusta todo lo relacionado con la naturaleza y el campo, le hice caso”.

A los pocos días de dejar la hoja de vida en la entidad, una llamada le aceleró los latidos del corazón. “Una doctora, creo que se llamaba Cristina, me dijo que si quería trabajar como operario en la Subdirección Técnica Operativa del JBB”.

Su primer trabajo fue en el proyecto de buganvilias, el cual buscaba plantar estas plantas coloridas al frente de las casas de varios barrios de Bogotá. “Luego pasé al área de compostaje, a la huerta y al grupo de jardinería”.

Debido a su buen manejo de las coberturas vegetales, Luis Hernando ingresó al grupo de arbolado joven, el cual se encarga de plantar nuevos árboles y arbustos en las zonas urbanas de la capital.

“He pasado por todos los grupos de la Subdirección Técnica Operativa. Todos me han gustado mucho porque es un trabajo parecido al que hacía de niño en el campo de San José de Pare, es decir tener contacto directo con la tierra y la naturaleza”.

Los ingenieros del JBB han escuchado atentos las recomendaciones campesinas de este boyacense. “Por ejemplo, sé que el caucho sabanero se debe sembrar en zonas abiertas para que sus raíces no levanten el cemento. En el JBB todos han valorado mi experiencia”.

En los ocho años que lleva reverdeciendo Bogotá con el Jardín Botánico, Luis Hernando volvió a sus raíces campesinas. “En la General Motors y los negocios no podía hacerlo. El JBB es una familia que no quiero abandonar; me gustaría seguir acá hasta que Dios me lo permita”.

El campesino atleta que reverdece Bogotá
El campesino atleta que reverdece Bogotá

La medalla anhelada

Con 60 años de vida, Luis Hernando veía cada vez más lejano y hasta imposible cumplir el sueño de participar en una competencia de atletismo y ganar alguna medalla dorada, plateada o de bronce.

“Pero algo en mi mente me decía que la edad no es un impedimento para cumplir los sueños y que tarde o temprano lograría ser medallista. El año pasado, mis hijos se enteraron de la Carrera Verde Colombia, organizada por Fundación Natura, y pagaron mi inscribieron”.

El boyacense corrió por los recovecos del Parque Metropolitano Simón Bolívar en la categoría de cinco kilómetros (5K) rama masculina senior master, es decir para hombres mayores de 50 años.

“Aunque no quedé entre los tres mejores, hice una buena carrera (creo que quedé de 17). Sentir la adrenalina de la competencia me transportó a mi época de joven atleta en Duitama. Fue una experiencia maravillosa donde recibí todo el apoyo y cariño de mi familia”.

El 23 de abril de este año, la Fundación Natura, con el apoyo de la Embajada de los Estados Unidos, iba a realizar la octava edición de la Carrera Verde Colombia, evento con el lema “Restauramos nuestra conexión con la naturaleza”.

“Como mis hijas están afiliadas a Compensar, uno de los aliados de la carrera, podían inscribirme sin pagar. Me dijeron que entrenara para que lograra ganar alguna de las medallas, pero no contaba con el tiempo”.

Ese día, un domingo, Luis Hernando llegó temprano al Simón Bolívar con su esposa Rosa María y sus tres hijos. “Sentí la corazonada de que esta vez sí iba a subir al podio. Mientras corría por el parque vi que la mayoría de los competidores se quedaban atrás de mí; mi sueño estaba cerca”.

Al llegar a la meta, el boyacense vio que solo dos personas le tomaron ventaja por muy poco. “Ese día me sentí muy orgulloso. Cuando subí al podio y me pusieron la medalla de bronce, las lágrimas brotaron de mis ojos. Mi familia no paraba de aplaudir y gritar”.

El sueño de ser medallista, que cumplió a los 61 años, fue celebrado en un restaurante con su familia. Luis Hernando se lo dedicó a sus padres, don Efraín y doña Natividad, quienes debieron sentirse muy orgullosos en el cielo.

“Todo lo que he logrado en esta vida se los debo a ellos, dos campesinos que sacaron adelante a sus hijos con mucho esfuerzo. Me siento muy orgulloso de seguir con el legado de mis padres con mis tres hijos”.

A finales de julio se realizará la Media Maratón de Bogotá, una carrera que Luis Hernando hizo hace varios años. “Es muy dura y me tocaría destinar mucho tiempo para entrenar. Mis hijas quieren que compita, pero no creo que lo haga porque la prioridad es mi trabajo con el JBB”.

Pero sí espera seguir corriendo en la Carrera Verde Colombia de la Fundación Natura en Bogotá, un evento anual que le permitió cumplir uno de los grandes sueños que tenía desde joven: ser medallista en atletismo.

“El año entrante sí voy a entrenar para ganar la medalla de oro. La Carrera Verde es una actividad muy bonita porque está relacionada con mi trabajo en el JBB; todos corremos por los bosques y yo a diario planto los árboles que conforman los bosques urbanos de Bogotá”.